MIS CREENCIAS ESTÁN BIEN ¿POR QUÉ CAMBIARLAS?

Muchos de nosotros podemos preguntarnos en alguna oportunidad ¿Por qué una persona se aferra a lo que cree, aunque le demuestres con hechos que sus creencias están equivocadas?

Los estudios de psicología cognitiva y neurociencia han descubierto que cuando se trata de política: La gente se forma opiniones basadas en emociones, como el miedo, el desprecio y la ira, en lugar de tomar en consideración los hechos. Los nuevos acontecimientos no suelen hacer cambiar de opinión a la gente.

Es muy difícil cambiar la forma de pensar y los comportamientos de alguien cuando se encuentra con nueva información que va en contra de sus creencias.La visión del mundo, incluidas las creencias y opiniones, comienza a formarse durante la infancia, ya que uno socializa en un contexto cultural determinado. 

Esta visión se ve reforzada con el tiempo por los grupos sociales con los que la persona interactúa, los medios de comunicación que consume e incluso por el funcionamiento del cerebro. Influye en la forma en la que la persona se ve y en cómo interactúa con el mundo.

Para muchas personas, un desafío a su visión del mundo se siente como un ataque a su identidad personal y puede hacer que endurezcan su posición.

No, a lo que va en contra de mis creencias

En un mundo ideal, las personas racionales al encontrarse ante nuevas informaciones que contradicen sus creencias evaluarían los hechos y cambiarían sus opiniones en consecuencia. Pero las cosas no suelen ser así en el mundo real.

Parte de la culpa la tiene un sesgo cognitivo que puede aparecer cuando los individuos están ante evidencia que van en contra de sus creencias. En lugar de reevaluar las posiciones que han mantenido hasta el momento, las personas tienden a rechazar las pruebas incompatibles.

Grito del cerebro

Los psicólogos llaman a este fenómeno perseverancia en las creencias. Todo el mundo puede ser presa de esta forma de pensar tan arraigada.

Cuando se presentan hechos -ya sea a través de las noticias, las redes sociales o las conversaciones con otras personas- que sugieren que lo que han creído y defendido es erróneo, las personas se sienten amenazadas.

Esta reacción es particularmente fuerte cuando las creencias en cuestión están alineadas con sus identidades políticas y personales.

Puede sentirse como un ataque contra uno mismo si se pone en duda una de sus creencias más arraigadas.

Enfrentarse a hechos que no se ajustan a la visión del mundo que tenemos puede desencadenar un «efecto rebote», el cual puede acabar reforzando la posición original, sobre todo en cuestiones con carga política. Los investigadores han identificado este fenómeno en una serie de estudios, como los relativos a las opiniones sobre las políticas de mitigación del cambio climático y las actitudes hacia la vacunación infantil.

Buscando la confirmación

Hay otro sesgo cognitivo que puede obstaculizar el cambio de opinión y es el de confirmación. Se trata de la tendencia natural a buscar informaciones o interpretar las cosas de una manera que respalde las creencias existentes.

La interacción con personas y medios de comunicación afines refuerza el sesgo de confirmación. El problema con el sesgo de confirmación es que puede conducir a errores de juicio, porque impide mirar una situación de forma objetiva y desde múltiples ángulos.

El cerebro no ayuda

Los sesgos cognitivos son patrones predecibles en la forma de pensar de las personas que pueden impedirte sopesar objetivamente las pruebas y cambiar de opinión. Algunas de las formas básicas de funcionamiento de tu cerebro también pueden ir en tu contra en este frente.

El cerebro está programado para protegernos, lo que puede llevarnos a reforzar opiniones y creencias, incluso cuando son erróneas.

Ganar un debate o una discusión desencadena un torrente de hormonas, como la dopamina y la adrenalina. Al ganar una discusión el cerebro nos provoca una sensación de placer que similar a la que se tiene durante el sexo, la comida, los paseos en montaña rusa. Ese subidón nos hace sentir bien, incluso invulnerables y es una sensación que mucha gente quiere tener a menudo.

Asimismo, en situaciones de mucho estrés o desconfianza, el cuerpo libera cortisol. Esta hormona puede secuestrar nuestros procesos de pensamiento avanzado, la razón y la lógica, lo que los psicólogos llaman las funciones ejecutivas de tu cerebro. La amígdala del cerebro se vuelve más activa, lo que controla nuestras reacciones innatas de lucha o de huida cuando nos sentimos amenazados.

Durante la comunicación, las personas tienden a elevar la voz, a rechazar y a dejar de escuchar cuando estas sustancias químicas recorren su cuerpo.

Una vez que se tiene esa mentalidad, es difícil escuchar otro punto de vista. El deseo de tener la razón, combinado con los mecanismos de protección del cerebro, hace que sea mucho más difícil cambiar las opiniones y creencias, incluso en presencia de nueva información.

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