Existen tres factores en toda disertación. El orador, el texto del discurso o mensaje, y los oyentes.
Sólo cuando el orador se dirige a un auditorio cobra vida su disertación.
El discurso puede estar bien preparado; puede estar relacionado con un tema que entusiasme al orador;
pero para lograr un éxito completo, otro factor es necesario en el curso de la exposición.
El orador debe hacer sentir a sus oyentes que lo que él tiene que expresar es algo importante para ellos.
No sólo el orador debe estar entusiasmado con el tema, sino que debe intentar por todos los medios transmitir su entusiasmo al público que lo escucha.
Todo orador destacado en la historia de la elocuencia poseyó esa inequívoca cualidad de vendedor, o evangelista, como quiera llamársela.
El orador eficaz desea con sinceridad que sus oyentes experimenten lo mismo que él experimenta, que concuerden con sus puntos de vista,
que realicen aquello que, según él, es lo mejor que pueden realizar y que experimenten con el mismo goce lo que él experimenta.
Está concentrado en los oyentes, no en sí mismo. Sabe que el éxito o el fracaso de su discurso no los decidirá él,
se decidirán en las mentes y los corazones de quienes lo escuchan.
Hace unos años preparé a varios ejecutivos comerciales de una empresa en la ciudad de Arequipa para vender rodamientos de motores.
Había uno de ellos que no lograba entusiasmar a su auditorio. El primer paso que di para ayudarlo fue tratar de encender su mente y su ánimo con el entusiasmo que debía producirle el tema de su disertación.
Le dije que se retirara y pensara a solas en su tema hasta llegar a sentir que era un tema que lo entusiasmaba.
Le pedí que recordara las comisiones que ganaría si se concretaba la venta, que debía tener siempre en cuenta que no estaba pidiendo un favor personal a nadie,
o algo que los clientes no estaban en condiciones de comprar.
Tuvo que decirse a sí mismo:
«Estoy preparando a estas personas para que puedan adquirir los mejores rodamientos del mercado y así sus industrias no se paren”
Aquel ejecutivo pensó en todos estos hechos. Traté de penetrar en su mente y despertar su propio interés, su propio entusiasmo y llegó a sentir que realmente, tenía una misión que cumplir.
Luego, cuando comenzó su discurso de ventas como parte de su preparación, sus palabras poseían un timbre que llevaba implícita la convicción.
Persuadió a sus clientes de los beneficios y la calidad de su producto porque sentía un imperioso deseo de ayudarlos.
No era ya tan sólo un orador provisto de hechos concretos, era un misionero obteniendo conversos para una causa noble.
Mire parte del entrenamiento en ventas aquí- https://www.youtube.com/watch?v=D8SPk7rUTnM
Olvídese de las reglas de los textos de oratoria. Con ellas lo único que conseguirás es reflejar algunos malos hábitos y ridículos ademanes y movimientos exagerados que carecen de naturalidad.
Lo más importante es que volques tu personalidad en tus palabras; poner toda tu energía en mantener una conversación con tu auditorio.
Se abandonaron para siempre las voces engoladas y el estilo grandilocuente. Lo que nos gusta oír en nuestras reuniones, por nuestras radios y televisores, es un discurso claro
y sin rodeos, con sentido común, concebido de acuerdo con la idea de que preferimos escuchar a un orador que hable con nosotros y no a uno que se dirija a nosotros.
PRINCIPIOS BÁSICOS PARA HABLAR EFICAZMENTE
- Aproveche la experiencia ajena.
- Tenga siempre presente su objetivo.
- Predisponga su mente para el éxito.
- Aproveche toda oportunidad de practicar.
A pesar de lo que pueda inducirnos a creer la lectura de muchos libros de texto, la oratoria no es un arte oscuro y difícil que sólo puede ser dominado
a través de muchos años dedicados a perfeccionar la voz y luchar con los misterios de la retórica.
He dedicado más de 15 años después de ser un locutor medianamente exitoso a la enseñanza y a demostrar que es fácil hablar en público, siempre que se sigan unas pocas, pero importantes normas.
Primero: COMPRENDA BIEN las CIRCUNSTANCIAS RELACIONADAS CON EL TEMOR A HABLAR EN PÚBUCO
Número uno: No es usted el único en sentir miedo de hablar en público.
Estadísticas realizadas en diversos colegios muestran que de un ochenta a un noventa por ciento de los estudiantes inscriptos en clases de oratoria
experimentan pánico ante el auditorio al comienzo del curso. Me inclino a creer que la cifra es aún más elevada entre los adultos que inician mi propio curso, casi llega al ciento por ciento.
Número dos: Un poco de temor al auditorio es conveniente. Es éste el medio natural de prepararnos para un desusado enfrentamiento con nuestro medio.
Así es que cuando usted note que su pulso y su respiración se aceleran, no se alarme.
Su cuerpo, siempre alerta a los estímulos externos, se prepara para entrar en acción.
Si se controla esta preparación psicológica, usted será capaz de pensar más lúcidamente,
de hablar con mayor fluidez, y, en general, podrá hablar con mucha más intensidad que en circunstancias normales.
Número tres: La causa principal de su miedo de hablar en público es simplemente que usted no está acostumbrado a hacerlo. «El miedo es hijo de la ignorancia y la inseguridad».
Para mucha gente. hablar en público es como una incógnita y. consecuentemente algo cargado de ansiedad y de miedo.
Para el que se inicia. constituye una compleja serie de situaciones extrañas.
Para hacer que esta difícil situación se transforme en algo fácil y simple. usted debe practicar
y practicar constantemente. Descubrirá. como miles y miles lo han hecho que hablar en público puede transformarse en algo placentero,
en lugar de una terrible agonía a medida que obtenga una serie de éxitos en el curso de su experiencia.
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