#3-¿QUÉ HAGO SI ME QUEDO EN BLANCO?

 

¿QUÉ HAGO SI ME QUEDO EN BLANCO? -También lo puedes escuchar en: →  

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Este nada agradable instante, ese en el que nos decimos «me he quedado en blanco», es un íntimo amigo de la memorización mal entendida; es decir, de esa memorización que sugiere que debemos aprendernos de memoria esa noticia de minuto y medio o esa parte de la presentación clave ante nuestro equipo directivo. Cuando se utiliza esta antitécnica, es habitual que terminemos una frase y nos enganchemos para comenzar la siguiente.

El pie que nos introduce la siguiente frase será la última palabra de la frase anterior. Nuestro cerebro se encenderá con un clic cuando llegue esa palabra y sabrá cuál es la siguiente palabra, las siguientes palabras y, por extensión, la frase completa que seguirá. Pero ¿Qué sucede si esa palabra desaparece fruto del directo? Al cerebro le hemos quitado la palabra que ejercía de pie, de paso automático memorizado para la siguiente frase.

Es por esta razón que la estructura, la guía o los métodos te permite evitar ese momento de shock que conduce, en ocasiones, a quedarse en blanco y, justo después, al «tierra trágame». Porque, sea ante una cámara y con miles de espectadores siguiéndote o en una presentación con cientos de personas en el público, nadie quiere perderse.

Además no pensemos sólo en que perdernos nos afecta a nosotros como oradores, que nos hace sentir mal, nos lleva a dar por perdida esa parte de la presentación e incluso nos puede hacer perder credibilidad. Lo más importante es que nuestra audiencia no ha podido llevarse algo que para ellos era importante, que podía significar mucho. No ha sido una buena comunicación por confiar excesivamente en la memorización.

Siempre es mejor una guionización, -hacer una escaleta de 3 a 5 puntos- que una memorización. La memorización, por sorprendente que pueda parecer a quien la siga usando, nos conduce en más de una ocasión al terror de quedarnos en blanco. Y no sólo eso. Cuando memorizamos tendemos a ir más deprisa en nuestra expresión oral y damos sensación de tenerlo todo tremendamente preparado. Está muy lejos de la espontaneidad y la naturalidad que tan bien funcionan en comunicación entre personas. Se nota demasiado que estamos leyendo nuestro libro.

Cuando estamos inmersos en un proceso de recuperación de información que ha sido almacenada de forma memorística, la mirada suele estar perdida. No aparece un contacto visual verdadero con nuestro público. Y, muy a menudo, la mirada busca la información y se desvía del público; es un gesto que aparece en muchos oradores. Los ojos se giran hacia arriba. Literalmente están buscando la información en el cerebro. La memorización también dificulta que nuestro lenguaje paraverbal y todos los elementos que dan luz y color a nuestra voz aparezcan con todo su valor.

Somos meros «soltadores» de palabras que no tendrán énfasis, el ritmo tenderá a ser monótono por rápido, y las pausas desaparecerán. Hay prisa por soltar la información y no perdernos.

Elegir palabras y no quedarse en blanco es como pilotar un avión

Elegir palabras es como pilotar un avión. ¿Han pilotado ustedes alguna vez un avión? Yo tampoco pero por lo que he visto en películas y en la oportunidad que pude entrar en una cabina de avión, allí hay una palanca que es fundamental, la palanca con la que el avión se eleva y desciende.

Si tiran de esa palanca hacia ustedes, la delantera del avión asciende y el mundo que está debajo de ustedes pierde detalle.

Por el contrario, si empujan la palanca hacia abajo, la delantera del avión desciende y empiezan a perder altura. Como si estuvieran viendo la realidad a través de unos auriculares, las formas de los campos, de las casas, de los coches e incluso de las personas se hacen más nítidas.

Lo mismo sucede cuando escogen palabras para su comunicación. Si seleccionan muchas palabras abstractas, perderán el mundo concreto de vista y sus frases se elevarán sobre la realidad, y seguramente serán menos comprensibles. Si, en cambio, utilizan palabras concretas, la altura con la que ven la realidad desde su discurso se reducirá. Hablarán de asuntos más sencillos, pero lo que digan también resultará más comprensible.

Además de las palabras, también existe otra herramienta que hará sus discursos más claros o más confusos, más nítidos o más enredados: la longitud de las palabras.

Las palabras cortas son más claras que las palabras largas.

Si quieren hacerse entender, opten por palabras cortas y de fácil recuerdo.

Si quieren que no se les entienda y quedarse en blanco en cualquier momento, usen palabras largas.

¿Qué hacer si te quedas en blanco en tu exposición? Según el blog de Psicología resuelve.es nos da 8 recomendaciones:

PERO ANTES NO TE PIERDAS EL VIDEO  ¿Cómo COMUNICARSE bien? La Regla de oro para COMUNICAR en cualquier ENTORNO
https://www.youtube.com/watch?v=76M-_hi3kcc

  1. Para 7 segundos.

Puedes aprovechar ese tiempo para beber agua. Una buena hidratación es imprescindible para cualquier persona que hable en público, además te permitirá pensar.

  1. Revisa tu guión.

Personalmente siempre llevo un guión con las ideas esenciales, algunos datos, dinámicas que realizaré (en caso de que sea un curso) o algunas preguntas para generar debate.

  1. Continúa con la siguiente idea.

Si vas a hablar de 5 temas y te olvidas del 3º, pasa al 4º y posteriormente, cuando lo recuerdes, podrás volver al tercer punto.

  1. Haz un resumen del último tema que has expuesto.

Un recordatorio de lo que has tratado hasta el momento sirve para que tu audiencia descanse de tanta información nueva y pueda refrescar los principales argumentos expuestos hasta el momento.

  1. Repite tu último comentario con otras palabras o pon ejemplos.

Puedes hacerlo con la última idea que hayas trasmitido antes de quedarte en blanco.

  1. Haz alguna pregunta a tu audiencia.

Haz una pregunta sobre las últimas ideas formuladas o puedes abrir un turno de preguntas.

  1. Reanuda tu exposición sin pedir disculpas.

«Siempre se ha de conservar el temor, más nunca se debe mostrar» Francisco de Quevedo.

No des pistas a tu audiencia con frases del tipo: ¡Me he quedado en blanco! ¡No sé cómo seguir! ¡Perdón, es que estoy con muchos nervios!

La gente no está en tu cabeza, no sabe que estás pensando; tampoco está en tu cuerpo, y no sabe que sensaciones físicas tienes. Y si nota tu nerviosismo no lo siente igual que tú.

  1. Y nunca te olvides de respirar.

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